Conocida como Ayanna, de 54 años de edad, se niega a reducir sus "garras" y las llama sus "bebés". "No son sexy ni atrevidas, pero me consideran una diosa de lo largo", dijo.
Como si la adicción de Ayanna no incidiera en la vida cotidiana, fue diagnosticada recientemente con diabetes tipo 2, una enfermedad que requiere de actividad y ejercicio.
Pero el extremo a su aficción es firme, a pesar de lo que dice su familia.
Obligada a caminar lentamente como un pingüino sobre sus talones y subir las escaleras de lado, Ayanna rara vez se duerme de espaldas, porque la cobija se enreda en sus uñas.
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