Al igual que el iMac original reinventó el diseño de los ordenadores personales allá por 1998 añadiendo carcasas translúcidas que permitían ver los componentes, ahora un sofá intenta hacer lo mismo con los muebles del hogar.
Y aunque de un primer vistazo la cosa parezca más fea que pegarle a un cable, tras pensarlo un rato podemos verle la utilidad a eso de verle las tripas a los sofás. Por ejemplo, ya no será necesario eso de agacharte para buscar cualquier cosa que se te haya perdido y haya podido acabar debajo del sofá, ya que ahora podrás verlo. ¿Compensa? Sinceramente, creo que no.
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